felicidad
UNA LECCIÓN DE AMOR Y DE VIDA
ROGELIO, EL PEZ FELIZ DE EXISTIR
Hace dos Navidades fui con mis tíos a una tienda de peces en Madrid. Los había de todos los tamaños y colores, pero hubo uno que me llamó la atención: un pez naranja y regordete con una cabecita curiosa que parecía un cerebro de color rojo. Enseguida me recordó a mi profesor de física y química , Rogelio, un hombre con una constitución parecida. Desde aquel día pensé muchas veces en tener un pez. Casi dos semanas después se me ocurrió una idea: comprar un acuario más grande que el que yo tenía, que era de solo 20 litros. Conseguí uno de 90 a buen precio y comencé a profundizar ilusionado en la afición de la Acuariofilia. No tenía ni idea de cómo cuidar peces y eso es algo que más adelante me pasaría factura.
El día que fui a comprarlo lo vi nadando en un acuario con más compañeros. Días antes ya había ido solo a mirar, y al cruzar su mirada conmigo sentí algo especial, algo más allá de ver un pez bonito…percibía una conexión que sigo teniendo hoy en día. Era el pez más caro de la tienda, pero eso a mí me daba igual, lo adquirí con una gran ilusión y con mi madre lo llevé a casa.
Todos estábamos contentos. Rogelio fue el nombre que recibió el pez. Todos los peces del acuario se mostraban desconfiados menos Rogelio; él nadaba como un niño jugueteando con las corrientes de agua sin miedo alguno. Cuando me acercaba a dar comida todos se asustaban menos él, que venía feliz a recoger su alimento. Pocos días después de estar en casa noté que se le caían las escamas, no sabía por qué. Me informé y tenía el agua muy caliente para él, que era de agua fría. Lo puse en el pequeño acuario de 20 litros. Allí no podía nadar mucho, pero yo pensaba que estaría bien. Con los meses lo noté menos activo, pero igual de ilusionado por la vida. Cada vez que lo alimentaba se acercaba y me comía de la mano con total confianza. Me di cuenta de que aquello era poco espacio para él y lo pasé a un barreños de 30 litros junto a otros dos peces de agua fría; aquí estuvo medio año. Al comienzo el agua estaba limpia, pero meses más tarde, aunque yo limpiaba y cambiaba el agua, no lograba su equilibrio biológico, no había bacterias buenas para limpiarlo, ya que no tenía un filtro de calidad y el barreño no era un buen lugar. Yo lo sabía, pero no podía hacer nada, tenía que esperar unos meses más para pedirle un acuario grande a los Reyes, ya que tengo 15 años y no gano dinero…
Rogelio pasaba los días jugueteando con las burbujitas del aireador y chupeteando las piedrecillas del fondo. Dos meses después llegó el ansiado momento: ya tenía el acuario de mis sueños, un acuario elegante y de 400 litros, pero hacía falta esperar un mes más, ya que el filtro ha de estar funcionando durante este tiempo sin peces para que aparezcan las bacterias necesarias.
A las dos semanas me fijé en Rogelio, al cual ya había cogido mucho cariño y era uno más en la familia: tenía una enfermedad mortal, hidropesía. La posibilidad de que se recuperara era casi nula. No sabía si meterlo en el acuario grande antes de tiempo para que pudiera disfrutar al máximo de lo que le quedara de vida o si preferiría morir tranquilo en el barreño. Mi madre, que ha hecho cursos de telepatía con Mariví Simona, se ofreció a preguntarle a él directamente qué deseaba. Salió de su cuarto emocionada tras la comunicación y me dijo – no sé si Rogelio se curará, pero le hace una ilusión tremenda que lo pases al acuario grande. Me ha transmitido muchas ganas de vivir, una gran conexión con su momento presente… y un enorme chorro de amor… es puro amor, este pez…-
Al pasarlo al acuario de 400 litros vi en él una explosión de felicidad plena, una ola de alegría, de energía positiva, fluía por todo su ser: estaba encantado, no podía ser más feliz. Padecía una enfermedad mortal y a él le daba igual, disfrutaba al máximo del momento presente, hacía volteretas con las corrientes y jugaba contento con las burbujas. Yo estaba muy triste, pero él no, él era dichoso. No nadaba bien, flotaba en la superficie y no lograba sumergirse ni conseguía descansar o comer adecuadamente, pero estaba satisfecho de su realidad, del simple hecho de vivir.
Hice todo lo que pude para salvarlo: le di alimento especial, permanecí siempre atento y comprometido con sus necesidades. Dos semanas después, durante una tarde relajada y familiar en el sofá, abrazados mis padres, hermanos y perros, Rogelio quiso participar de la reunión… Yo había puesto una manta encima del acuario para que el pez estuviera más relajado, pero quedaba un hueco sin tapar… por allí se asomó él. Se quedó un buen rato mirando; estaba con nosotros, era de la familia, sentía nuestro amor y se acercaba a dar también del suyo.
Una semana más tarde lo vi peor, tumbado en el fondo sin moverse, pero respirando. Me acerqué a él y supe que se estaba muriendo. La enfermedad le hacía vomitar la comida y no le dejaba moverse, pero él gozaba por existir; independientemente de lo que pasara en la vida, él iba a ser feliz. Me senté al lado del acuario y empecé a meditar, a hablar sin palabras, a darle las gracias por todo lo que me había enseñado, por aparecer y formar parte de mi vida, por enseñarme que la felicidad está presente en cualquier momento y circunstancia de la existencia, que no hay muros que no dejen pasar el amor, que en cualquier momento se puede estar en paz con las circunstancias. Entonces, en ese momento, me invadió una paz inmensa, una tranquilidad y un amor que me mandaba Rogelio. Estaba muy triste y en ese instante fui muy feliz, entendí su forma de vida en la que la felicidad no se ve afectada por otros sentimientos dolorosos. En aquel instante rompí a llorar, pero no de dolor, sino de alegría, del goce total que invadía mi ser. Entré en su corazón, me fusioné con su esencia de amor puro y me llegó este mensaje:
“SIEMPRE ESTAREMOS JUNTOS, PORQUE SOMOS AMOR, SOMOS LO MISMO.”
Después de esto sentí un gran bienestar, me encontraba sereno y en armonía con la situación.
Al día siguiente lo llevamos al veterinario a ver si se podía hacer algo; yo ya me había despedido de él, pero si quedaba alguna posibilidad de que se curara,quería aprovecharla. Le di el tratamiento que me recetaron, pero no mejoraba. Durante el proceso, también Mariví conectó con él y nos dio algunas recomendaciones. Pasaron algunos días y permaneció respirando, pero sin moverse, en el fondo del acuario. Cuando había que darle de comer lo cogía con la mano y le colocaba la comida cuidadosamente dentro de la boca, pero no podía tragar. Los últimos días los pasó tranquilo sobre las piedritas del fondo. Él sabía que se estaba muriendo, pero era feliz, feliz de existir. Rogelio sabía que la muerte no era ningún problema, era parte de la realidad. Él iba a seguir siendo pleno pasara lo que pasara.
Después estuve pensando mucho y decidí hacerle la eutanasia para acabar con esa parte de él que sufría: su cuerpo. Su alma estaba ajena al dolor. Lo llevé al veterinario, murió dormido. Después lo enterré en el campo con la ayuda de mi madre.
Cualquier ser tiene algo que enseñar a los demás, da igual si es pequeño, ya que lo que importa es su alma y todas las almas son del mismo tamaño. Rogelio me enseñó a vivir en el Amor y La Paz con todo lo que me rodea sin importar los sucesos que ocurran. La mera existencia es motivo de felicidad. Vive el momento presente y sé feliz para siempre.
Enrique Subiela Llanes
Que la felicidad sea el camino
Cuando el estado de felicidad se nos regala,no hace falta encontrar motivos para ello. Es algo que brota de lo profundo del Ser y se mantiene en medio de la tormenta, las tempestades de la vida, los cataclismos .Es una vibración que se sostiene por sí misma y no necesita motivos externos para mantenerse.Es aquel estado de alegría y gozo del Ser que se va expresando a través de nuestro cuerpo físico y emocional a lo largo del día desde que despertamos y del cual no dejamos de asombrarnos.
Y ¿cómo conseguir ese estado de plenitud gozosa? es sencillo y a la vez complicado .Por un lado hay que elegirlo como opción conectando con esa parte nuestra silenciosa ,con ese fondo sin forma en el que está todo en potencia y vivirlo todo con Presencia y Consciencia sin esperar nada , sólo trascendiendo todo lo que nos llega , sabiendo que nada ocurre por casualidad sino por causalidad, intentando ver más allá de la apariencia, lo que hay detrás…Así nos irá llegando una comprensión cada más amplia en la que se nos puede dar ese estado de felicidad….o no.
Rosa Mary De Torres Villagrá
2018…un nuevo año
Vivir con alegría y consciencia lo que el nuevo año nos vaya trayendo sería el mejor regalo.Esa es la verdadera felicidad , y la que nos trae la Paz ,la Luz y el Amor con mayúsculas.
EL SIGNIFICADO DE LA VIDA.OSHO
Los apegos
Si queremos ser felices ,lo primero es soltar todo aquello a lo que nos sintamos apegados…